Los urbanitas suelen crearse una imagen un tanto idealizada de lo que es vivir en un pueblo: no todo son paseos por la naturaleza, prados verdes de película, silencio y tranquilidad. El campo no es ni mejor ni peor que la ciudad, simplemente son distintos. Que seas más feliz en un lugar o en otro va a depender de múltiples factores personales.
Si eres del tipo de personas que disfruta viendo gente por todos lados, luces, escaparates, visitando bares de moda… entonces ven al campo cuando quieras pero solo de visita porque seguro que a los pocos días te sentirás aburrido y el transcurrir del día será tedioso para ti.
En cambio si te gusta el contacto con la tierra, quieres sentir el paso de las estaciones y no te importa carecer de ciertas comodidades… entonces lo tuyo es vivir en el campo.
Si te estás planteando instalarte en el campo tendrás que poner en la balanza lo bueno y lo malo para poder decidir.
El lado positivo
Aunque antes debo advertirte que en numerosas ocasiones eso de “lo bueno” es un tanto relativo. Sentir el viento en la cara no todo el mundo lo percibe igual.
Algunas de las cosas positivas, al menos para mí, de vivir en un pueblo son:
- Estar en permanente contacto con la naturaleza y sentir sus ciclos estacionales
- Disfrutar de un ritmo más pausado que en la ciudad, con menos estrés
- Tener trato con todos los vecinos
- Poder disfrutar de un pequeño huerto cerca de casa
- Que tus hijos disfruten de mayor libertad…